lunes, 11 de junio de 2012

GARABATOS EN LA HUMEDAD DE BAIRES

He vuelto. No hay un día que no piense en este bendito blog. Me acuesto pensando que es una de mis asignaturas pendientes. Esa que dejas porque no es un deber, pero que desde un lugarcito de tu mente te llama y te dice timidamente: pará! loca acá estoy!
En los cuadros que público en esta entrada, utilicé varias técnicas que he aprendido en mis cursos de dibujo y técnicas mixtas. Algunos están olvidados en mi carpeta de dibujo y otros aparecen tímidamente en alguna pared de mi casa. 

Mi versión de Muchacha en la ventana de Salvador Dalí 




En mi versión utilice varios tipos de líneas, las cuales
se pueden observar detalladamente en la foto.


La técnica utilizada se  denomina Divisionismo.
El dibujo esta echo con tinta negra sobre papel.


"La Embelesada" dibujo dedicado a mis amados hijos.
Técnica carbonilla sobre papel misionero


Mi versión de "la Dama Mostrando sus Pechos"
 del pintor italiano Tintoretto.






En esta versión utilice la técnica divisionista  o puntillismo
blanco sobre negro.



Caja pintada al óleo sobre madera

Cuadro de 30 cms. x 20 cms. pintado al óleo sobre madera





martes, 6 de marzo de 2012

UN DÍA EN EL TREN SARMIENTO


                 ¡LA JUSTICIA NO TIENE OLVIDO!

  
La muerte, tan incomprensible, contradictoria y desgarradora como desde el principio de los tiempos, otra vez nos toca de manera sensible. 51 personas muertas injustamente y más de 700 heridos padeciendo la desidia y la inoperancia de las autoridades responsables que salen a buscar sus mejores respuestas en un discurso de marketing político que hoy sólo habla de hipocresía.  No hay excusa posible. ¿Y? …el pueblo indignado en una tensa calma.


Sólo una anécdota más

Yo he viajado en el tren Sarmiento, hoy la línea de la muerte. No se si viene al caso, pero  hago memoria y siento que fue el día en el que me sentí más miserable y poca cosa. Era una tarde como todas y por suerte esa vez todos llegamos vivos a la estación de Once, en el centro de Buenos Aires. Pero parte de mi dignidad como ser humano quedó herida.
No era el mejor de los días, hacía frío y llovía. Estaba a 37 Kilómetros de Buenos Aires Capital, en la localidad de Moreno. Vestida como para comprar un Mercedes Benz,  a las 16 horas mi compañero de viaje y su auto me dejaron por una urgencia en la concesionaria donde yo actuaba de “mystery shopper” (compradora incógnita).  Evaluaba  la calidad de atención del personal, en otras palabras trabajaba de “chusma”, “sapa”, “buchona”, que se yo! en fin, mentía mi identidad. Supuestamente iba a comprar un auto. Para que pareciese real me encajé un elegante traje de cuero y tacos símil reptil con su cartera haciendo juego.  Cumplí las órdenes del manual de la empresa. Cuando salí se largo el chaparrón. No había taxi, autobús ni nada que pudiera tomar y menos pedir ayuda a los vendedores, porque era obvio que la dama que presumía la compra de un Mercedes, venía elegantemente motorizada. Tome mi orgullo de “actriz” y salí buscando el supuesto auto que me esperaba.  Caminé puteando desde el inventor de los tacones,  hasta la tipa que me contrató para el bendito trabajo. No sé cuantas cuadras, ni cuantos transeúntes miraron mi imagen patética y ridícula. Era literalmente un sapo de otro pozo.

Entre el local de la Mercedes Benz y la estación de tren hay un barrio humilde, de gente trabajadora, obreros, es decir no era el escenario para mi ocasión.

Lluvia, sarna y paciencia

Por fin llegué a la estación llena de frío y rabia. Traté de refugiarme en el pequeño techo de la plataforma pero no había lugar. Cientos de personas apeñuscadas trataban de resguardarse bajo el pequeño alero entre una jauría de perros mojados comandados por un demente que gritaba injurias contra el presidente.

Logré hacerme de un lugar, mientras los hambrientos canes se paseaban refregando su pobre olor en mi humanidad. La impaciencia se volvió oxigeno. Hacía una hora el tren que debía pasar por lo menos cada 15 minutos no llegaba. Rumores, puteos y  el loco se volvió más cuerdo que nunca. La gente se hizo eco de sus gritos y con razón golpeaban las barandas de la estación.
Gente cansada después de un día de trabajo, hambrienta y con la impaciencia acumulada se empujaban unos a otros para ubicarse en la primera fila del andén.
Ya no era dueña de mis movimientos, a esa altura no me importaba el maquillaje escurrido, ni los tacos que se volvieron pendulantes, ni el frío, ni la ropa de cuero que tomó el olor del perro que me toco en suerte. La cartera, sí la cartera! La mía que se hacía ajena se la arranque a una fulana: - No me jodas hoy que no es mi día, róbame mañana si me encuentras, pero hoy no! Quizás mi cara  transformada en odio e impaciencia o simplemente Dios, pero por suerte la ladrona me la devolvió y focalizó su meta en otro ser. La masa de gente sudorosa, mojada con rabia me mecía a su antojo y así media hora más. Nadie de la empresa daba razón de la ausencia del tren.

El añorado tren

¡Por fin llegó! Y ni cuenta me dí. Me subieron a empujones y de repente estaba aprisionada dentro de un vagón, no podía mover ni un dedo. Me resigné pensando que en una hora llegaría a destino, pero antes de que me consolara se paró el tren en medio de la nada. No me desplome de cansancio porque la gente por inercia me sostuvo. No lloré porque me acorde cuando en Bogotá, en un bus era tanta la gente que alguien grito: ¡allá la señora que abra la boca para que el señor acomode el codo!”, en mis adentros me sonreí, claro, sin abrir obviamente la boca por las dudas.

Los niños lloraban, las mujeres se lamentaban y la gente en medio de todo guardo la compostura porque no había opción. Unos cuantos osados en plena lluvia se bajaron por las ventanas y hay quienes dijeron: seguro son los que tienen plata para pagar el diferencial. Ahí me entere de que era posible un autobús. ¿Porqué no lo tome?

No se cuanto tiempo pasó, pero arrancó. Paramos en una estación que parecía la única puerta de salida en una escena de horror. Había tanta gente acumulada y desesperada por entrar, que en el forcejeo se me fue el aliento y terminé en el primer piso de un vagón. No podía respirar, las ventanillas cerradas, la gente que sólo trataba de sobrevivir. Terminé media nalga en el  brazo de una silla en donde una buena señora que estaba sentada me hizo un poco más de lugar. Por fin se movió el tren y mi penuria algo se alivió. Era invierno y en el primer piso las ventanas estaban selladas. Se empezó a evaporar en medio del calor humano la humedad de la ropa, el agua de la lluvia salpicada en el andén por los pobres perros. Por cierto afuera no cesaba. El vaho en los vidrios transpiraba en gotas con olor a sudor y trabajo. No se podía respirar.

Supongo que alguien quiso hacer catarsis y prendió un pucho. Y la reputa madre que lo parió! Otros decidieron hacer lo mismo. No había aire, no había lugar, no había paciencia, decoro, nada. No era un cigarrillo cualquiera. El olor a marihuana impregnó el poco oxigeno que nos quedaba. Nadie dijo nada, ni siquiera con las miradas nos hicimos cómplices de una protesta muda. Supongo que ya era habitual, yo era la única indignada. Era una pasajera literalmente de un día, de paso, de nunca más!

Almizcle con pegamento

Las 16 estaciones me parecieron un viacrucis. En el fondo reflexionaba y me daba ánimos pensando que por suerte el bendito tren no lo tenía que tomar todos los días. Era problema de otros, esos pobres otros.

Sentí una manito en mi hombro que aprisionaba una bolsita con Poxiran (pegamento de contacto con el que se drogan algunos chicos) cuando ya pensaba que más no podía pasar. Un montón de niñitos de no más de 10 años se subieron en  una de las estaciones. No tuvieron mejor idea que pedir dinero haciendo pie en los respaldos de las sillas, los hombros de la gente, mi cabeza. Que mezcla de todo! A esa altura no se podía esperar viajar dignamente. La resignación y la espera eran la única opción. La señora que me presto el brazo de la silla en que viajaba no daba más! Me lleno de su queja, me taladró los oídos 4 estaciones. Porque no podía respirar, porque las rodillas le dolían por la humedad y el reuma, porque el olor le dio arcadas y amenazaba con vomitar. Yo no podía moverme ni para buscar una bolsita  plástica en la cartera, temía por la integridad de mis prendas. Por suerte el tren anduvo a tironazos, pero anduvo, esa era mi única real preocupación. El resto: el olor a marihuana, los pendejos hambrientos con su olor a pegamento que pedían moneditas, la vieja que me taladraba mi preocupación, la gente que empujaba, el olor a mierda, a perros sarnosos, sudor… todo junto, ya no representaban un problema, la única preocupación era llegar a la estación de Once.

Lluvia con lágrimas

Por fin llegamos. Llovía con fundamento, con todo el viento y la furia. Quede atrapada en la escalera hasta donde me llevaron. Era el caos. La gente salía a expensas de su propia fuerza. Me quede paralizada y me dije cuando terminen de matarse salgo tranquila. Me agarre de la baranda y no se porque pensé que la situación era como la de un cine: esperar que salga la mayoría de la gente y al final, sin prisa, salir tranquila sin los empujones del tumulto. -¡Despabílese querida! - Me gritó un hombre. – No ve que si no sale ahora la gente que esta entrando no la va a dejar pasar!-  me agarró del brazo y tras él asustada vi como los más fuertes de la “manada” se agarraban del marco superior de las ventanillas y se impulsaban con los pies para poder entrar. A esa altura salió lo peor de mi y con todas mis fuerzas  me abrí paso, sintiendo como mi ropa de cuero, lejos de ayudarme, se pegaba en las bolsas plásticas mojadas que llevaba la gente. No me importó y seguí, sentí que se rasgo mi falda, rompí un taco, pero salí.
Era libre! Caminé por los pasillos en busca de un taxi, de esos que la civilización nos brinda. Sólo diez cuadras me separaban de mi remanso de paz, mi casa. Llegue caminando, pero no me importó. Llegue sudada de frío propio y ajeno, llorando impotencia, oliendo a perro sarnoso, con el pelo batido al humo de marihuana, con la ropa rasgada y sin un taco. Pero superé al tren Sarmiento y me dije nunca más!
Realmente compadezco a la gente que todos los días tiene que tomar ese tren de mierda.

La línea de trenes del Sarmiento desde hace años grita emergencia. La desidia, la inoperancia, la falta de control, mantenimiento y  por sobre todas las cosas la falta de respeto por la vida es la filosofía de las autoridades y responsables de todas las victimas inocentes que han perdido la vida sobre ese tren de la muerte.

martes, 7 de febrero de 2012

UN SÍ FACIL HACE LA DIFERENCIA Cuando las redes sociales se convierten en telarañas

Yo me culpo de haber dejado a mi hijo de 11 años sacar una cuenta en Facebook. Quizás lo vi como una manera de acercarlo a mi familia que vive toda en el exterior. También influyó el hecho de que sus compañeritos se beneficiaron con la entrega de las computadoras del Gobierno y por ende pensaron que TODOS deberían tener una cuenta en Facebook. Pensé: - bien,  trataré de supervisarlo y en el peor de los casos perderá un poco más de tiempo jugando con sus mejores amigos. Pero por más medidas que tomé, fue imposible monitorearlo. Porque en el colegio también acceden a estas redes sociales. Además, los chicos buscan la manera de borrar aquello que suponen puede enojar a papá y mamá. Y con total convicción he de reconocer que el  "experimento" falló!

Mi hijo Sumó amigos, compañeros y toda la cola de gente tras ellos. El nivel sociocultural de algunos de sus contactos era realmente catastrófico. El sexo obsceno, las malas palabras, los insultos, los temas totalmente frívolos se infiltraron en mi casa con la facilidad de un “enter” y todo por un Sí fácil.

Parece ser que la maldad ahora también se gestiona primero por este medio, con la impunidad que da lo virtual. El colmo fue  una madre que se sintió con el derecho de amenazar a mi hijo  de muerte, porque ante el insulto de una compañera del colegio él dijo: SEEE tu mamá!  Y efectivamente la mujer ofendida estaba a la salida del colegio para increparlo. Obviamente tome todas las precauciones. Llamé al colegio y propuse hacer una reunión con todos los padres para apoyarnos y ver de que manera podíamos resolver ese y otro tipo de situaciones. Pero llegue a la conclusión, después de muchas idas y vueltas, de que quienes más necesitan ayuda son los mismos padres.

Yo defiendo la educación pública y por ese motivo mi hijo va a un colegio del Estado, pero desafortunadamente el sistema educativo no está capacitado para afrontar esta nueva sociedad, con sus taras, los inmigrantes con sus problemas,  la falta de valores en general y ahora se suma Internet con todo y sus redes antisociales (porque para los chicos es eso simplemente).  Ahora nuestras miserias sociales se multiplican por Internet a tal velocidad que es imposible prohibir, filtrar e incluso apagar. 

Que todos los chicos puedan acceder a Internet es algo positivo, lo negativo es que nadie está capacitado para vislumbrar siquiera el modo de controlar el acceso a lo virtual y sus efectos en lo real. En los colegios públicos los maestros les permiten a los chicos ingresar a las redes sociales y es más, las computadoras se han convertido en las “domadoras de las pequeñas bestias”. Creo que en la historia de la humanidad no se había encontrado un método disciplinario más eficiente para a tener a los chicos callados y en su pupitre. A los maestros los salvó “el jueguete” (la computadora con su Wi Fi)  ¿pero quien salva a nuestros hijos de esta mezcolanza de redes, que lejos de sostener, atrapa? La respuesta es obvia: ¡Se empieza por casa! 

sábado, 4 de febrero de 2012

APUNTES DEL BUEN MANUAL EN ARAS DEL HOMBRE PERFECTO


He notado con profunda solidaridad que mis amigas, especialmente las que postean en las redes sociales, están muy interesadas en determinar las cualidades del hombre perfecto. Es por eso que hoy sumo mi aporte, basado en mis cuarentaytantos añitos recién cumplidos. 

Para comenzar hay que tener el cuenta que el hombre perfecto es el que no jode y miente, caso contrario no califica para ningún atributo, por ende no debe sentirse aludido con las siguientes virtudes.

El hombre perfecto es el que sexualmente te da todos los gustos y te hace sentir la mejor. Cada vez que recibe el sueldo te lo da íntegramente para que lo administres y sin que lo sepas ahorra para comprarte en cada fecha especial eso que tanto te gusta. 

El hombre perfecto adivina lo que está en tu mente y soporta con paciencia tu síndrome premenstrual y se desvela por cuidarte. El hombre perfecto de desvive porque tengas TODO a mano. 

Él cree en Dios y todas las noches le pide por tu bienestar y se hace cargo de que las bendiciones te lleguen prontamente. El hombre perfecto hace deporte para tener todo en su lugar y puedas palparlo cuando te de la gana.  

El Hombre perfecto sabe preparar comida casera, gourmet, exótica y valora cuando en tu infinita misericordia te molestas por asarle un bife acompañado con lo que sea.

El hombre deseado no es cochino, no mea el asiento del inodoro, no se escarba la nariz esperando en los semáforos, ni se despega constantemente las bolas en verano con la misma mano que te acaricia. Sabe limpiar  el baño y lo hace todos los días. 

El hombre perfecto  duerme en otra cama, es más, hasta en otra habitación, claro! después de complacerte y de puntitas se retira cuando ya estas dormida para no despertarte.  El hombre perfecto es ordenado y no le molesta si dejas tus interiores colgados en la ducha, por el contrario los mira y se excita. 

El hombre perfecto se desvive en elogios, no es celoso, aunque te cuida de la manada de hombres que él supone te asedian y sabe como hacerlo sin molestarte. El hombre perfecto no entra en comparaciones y asume que eres mejor que su madre y la nombra sólo para decirte que mientras estas con tus amigas el va a visitarla. El hombre perfecto es inteligente y logra sus objetivos profesionales y te hace sentir como la inspiración de los mismos. 

El hombre perfecto te impulsa como profesional y permite que te vayas de viaje, mientras el se queda en casa leyendo los mejores libros y viendo las mejores películas para luego compartir charlas interesantes contigo, las cuales terminan siempre con un postre de erotismo, algunas veces salvaje y otras tierno, y él tiene que adivinar cual de los dos te apetecen en el momento. 

El hombre perfecto es poseedor de  una gran personalidad y muy buen humor, te hace reír y con sólo acariciarte te levanta el ánimo, para lograrlo ha tomado cursos de clown, reflexología, masaje tailandés, digitopuntura y siempre, siempre se supera a sí mismo!

El hombre perfecto es un excelente bailarín comparte clases de tango, salsa y se embeleza  cuando le muestras lo que aprendiste en danza árabe, en la clase de Kung fu o en la que sea, no importa, cualquier movimiento tuyo lo inspira para crear obras de arte y en el peor de los casos festejarte con dadivas,  caricias y buen sexo. 

El hombre perfecto es el mejor consolador en TODO sentido. Es el que se levanta antes, se lava los dientes y te despierta con un beso y un te amo. 

Es aquel que al mismo tiempo puede ser romántico y apasionado, fuerte y sensible, maduro pero en el fondo siempre un niño travieso. Claro,  bien educado y sensible sin llegar a ser un tarado romántico y empalagoso. 

El hombre perfecto “no tiene pasado” porque se dio cuenta que el sentido y las delicias de la vida las conoció  el mismo día en que te  vio por vez primera y  eso, te lo hace sentir todos los días! 

Mi hombre ideal debe ser atrevido, sólo tomando riesgos calculados para protegerme a mí y a la familia, nunca en un mal sentido, porque su sabiduría jamás le permitiría exponerse a una castración. 

Debe ser autosuficiente, aunque a diario debe confesarme que no puede vivir sin mí.  Debe ser un hombre balanceado y tomar la postura más comprensible: saber cuando pedir, dar, exigir o ceder, siempre adivinando mis fluctuaciones hormonales y sentimentales.  

 También debe saber cuando ser citadino o rupestre, un día puede gustarme que sea todo un lord inglés y el otro un camionero rudo y fortachón. 

Debe ser comunicativo y confiable, para que además se convierta en mi mejor amigo. Pero también debe ser conciente de sus deberes y responsabilidades, de lo contrario podría dormir eternamente en la cucha con el perro. 

La fidelidad es una promesa irrevocable, de lo contrario quedará al margen de todo beneficio económico, ahorros, herencias y tendrá que ser el eunuco de la “puta” con la que engañó. 

Debe ser facilitador y jamás convertirse en una piedra en mi camino o impedimento para mis anhelos.  

El hombre ideal tiene que ser romántico, sin caer en lo melodramático o en lo cursi, porque ante cualquier síntoma de debilidad sabe que mi erotismo se congela en la misma proporción que la pila de ropa que tendrá que fregar durante el resto de su vida. 

Debe ser respetuoso, pero sin perder la firmeza de NADA! (a buen entendedor…) en fin, recibo más sugerencias para elaborar el buen manual para el hombre perfecto y su lado cerebral despierto. 

domingo, 1 de enero de 2012

Algunas de mis pinturas

             

Estas son algunas de los cuadros que aún conservo. Me encanta pintar al oleo porque es como la vida del suertudo:  puedo variarla y no tiene un destino marcado; puedo cometer errores, porque tiene la nobleza de esperar para que la cicatriz no se marque y por el contrario, lo puedo corregir  para que quede mejor que en la planificación primera.