martes, 27 de diciembre de 2011

LA ÚLTIMA AMAPOLA



No hay extinción masiva de plantas de amapola, eso que quede claro. Simplemente se murió mi abuela, hace casi tres años y todavía mi duelo está suspendido por la lejanía. Se murió la vieja bichera que me veía más linda que Miss Universo. La que decía “éramos tan de buena familia” y con su suspiro te hacía sentir descendiente de la realeza o la rareza, ya ni se.
Que vieja macha (valiente en colombiano)  era esa santandereana. No le tenía miedo a nada y soportó con decencia los infortunios de la vida. Desterrada de su terruño antes de hacerse señorita. Desde chiquita supo del sufrimiento y se conformó hamacándose en sus recuerdos: cuando su apellido era palabra mayor en su recordada Oiba y se enorgullecía de que la bondad de sus padres fue la causante del despilfarro de la herencia familiar, pero eso ya no importa, ya no está.  Se fue junto a su oveja que orgullosamente supo pasear en el tranvía, la rata callejera que adoptó como amiga cómplice de su soledad, el pajarito negro que desde su hombro era el centinela de sus sueños y los pichones que nadaban en los caldos medicinales del desayuno de sus chinos (niños).
                                          Abuelita Isabel, con la tía Martha y yo en el medio
                                          custodiada por estos dos ángeles que tanto amo.


Su mundo era nuestro jardín secreto. El romero y sus demás yuyos espantaban todas las pestes, sus cuentos de fantasmas buenos alejaban a los malos. Limpita de cuerpo y alma la vieja cosió edredones a mano, supo hacer sorbetes, ponche, dulce de brevas y mazamorra dulce en muchos primero de enero… pero ella ya no esta.
Esa mujer berraca siempre fue moderna, un poco reacia, no tan sociable, pero bien compinche de bichos, hijos y nietos. Crió palomas, sembró yerba buena, cedrón, rosas, cilantro y amor desinteresado en los suyos. Mi abuelita supo de guerras que se ganan, pero de las  que también se pierden.  

Doctorada en purgantes, nos dio ajos y cebolla para alejar los males conocidos y ajenos. Especialista en miradas que lo decían todo. Ella era como la flor de amapola con su toque mágico, hechizaba y traducía sueños. ¿Ahora quien me transmuta los miedos? Sólo me queda su recuerdo y esa sensación de alivio cuando en la cuna su voz inundaba de paz mi alma: -Amapoooolaaaa, lindisima amapola Será siempre mi alma tuya sola. Yo te quiero, amada niña mía, iqual que ama la flor la luz del día…-  se fue, creo, solo por un ratico (rato). Se fue la última de las verdaderas amapolas. Te amo Abuelita Isabel Galvis Duran!



Letra de la canción Amapola del español  José María Lacalle García (1860-1937)
Amapola

Amapola, lindisima amapola,
Será siempre mi alma tuya sola.
Yo te quiero, amada niña mia,
Iqual que ama la flor la luz del día.
Amapola, lindisima amapola,
No seas tan ingrata y ámame.
Amapola, amapola
Cómo puedes tú vivir tan sola.

Yo te quiero, amada niña mía.
Igual que ama la flor la luz del día.

Amapola, lindísima amapola,
No seas tan ingrata y ámame.
Amapola, amapola
Cómo puedes tú vivir tan sola.
Adjunto el Himno del pueblito de Oiba, en el departamento de Santander en Colombia,  donde nació mi amada abuelita Isabel Galvis

Oiba, Pueblito Pesebre,
hecho de luna y verdor
quizá porque eres tan chico,
te guarda mi alma mejor.

Eres bandola gigante,
entre montañas y ríos
los pájaros son tus cuerdas,
tendidas sobre el plantío.

La Mantilla de tu Samán,
empequeñece tu plaza,
bajo tu fronda cómplice,
amó y suspiro mi raza.

De ojos como dos soles
son tus mujeres morenas
airosas como el bambú,
de labios cual la verbena.

 Coro.

 La placita tiene un muñeco,
dónde está, no lo adivinas,
el que lo pisa se queda,
cautivo entre sus esquinas,

Es una bella leyenda,
de conserjas y quereres
pero el verdadero embrujo,
es la gracia de sus mujeres.
Y como la abuelita era bien santandereana se le llenaba el pecho y el orgullo cuando escuchaba esta canción del autor colombiano Jose A. Morales (1913-1978):

CAMPESINA SANTANDEREANA


Campesina Santandereana
eres mi flor de romero,
por tu amor yo vivo loco
si ni me besas me muero,
me muero porque en tus labios
tienes miel de mis cañales
que saben a lo que huelen
las rosas de mis rosales,
que saben a lo que huelen
las rosas de mis rosales.
cuando bailas la guabina
con tu camison de olan,
hay algo entre tu corpiño
que tiembla como un volcan,
es el volcan de tus senos
al ritmo de tu cintura,
campesina Santandereana
sabor de fruta madura
campesina Santandereana
sabor de fruta madura


2 comentarios:

  1. Claudia que lindo homenaje a tía Isabel, se me enchina la piel al recordarla junto a mi abuela Sara, que privilegiadas hemos sido al tener abuelas como ellas.
    Te mando mis sinceros deseos de unión familiar de guardarnos en contacto y de tratar de preservar lo que ellas con tanto amor crearon.
    Te felicito prima escribes muy bien, lo que como periodista que eres no me sorprende, lo que si me causo sorpresa es descubrir esa faceta de artista en tus bellas pinturas.
    Un fuerte abrazo en la distancia y un gran cariño.
    María del Carmen.

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  2. Leí tu relato, con el fondo de Andrea Bocelli y no puedo negar que todavía estoy llorando... Muy lindo!

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